Llegó a la cita acordada. Se demoró un poco porque tuvo
complicaciones con el transporte, pero finalmente estaba aquí. Desde que llegó
a la puerta lo arrodillé y le puse la verga en la boca, la cual no me había
lavado desde el día anterior, ¿se imaginan como podría estar? Sumándole a las
horas sin bañarla estaban las muchas veces que lubriqué por estar viendo porno
y escribiendo relatos por varias horas, como también las muchas veces que me la
toqué. Un poco antes de que él llegara le pasé la mano y la olí, y tenía ese
olor fuerte a verga que tanto nos gusta imaginar que nos la chupen así. Su primera
reacción fue saborearla y noté que le gustó, la agarraba y la chupaba con las
ganas de algo deseado por mucho tiempo. Lo hice atragantarse varias veces
inclinado hacia él con mi pelvis en su cara y su cabeza sobre el marco de la
puerta de mi apartamento. Era tarde en la noche por supuesto. Él se la sacaba,
le chupaba la cabeza y volvía a desaparecerla hasta llegar a su garganta. Ha sido
uno de los mejores chupadores que he conocido.
Luego, lo hice caminar de
rodillas para cerrar la puerta, me gustaba su sumisión para complacerme, eso me
arrechaba más. Lo cogí por la cabeza fuerte y le dije que iba a seguir chupando
a lo que me respondió que le encantaba hacerlo. En esta ocasión planeé ser más
cerdo, así que con mi verga al cien por ciento lo golpeaba en la cara, lo hacía
abrir la boca y metérsela de una hasta la garganta, la rechazaba al sentirla
toda adentro por largo rato, pero entonces sonreí hacía adentro y en más de
cinco ocasiones se la dejaba adentro haciendo fuerza cuando él me empujaba
hacia atrás al sentir que se ahogaba. Él hacía fuerza también hasta que se la
sacaba cambiándole el ángulo a la cabeza, se lagrimeaba y seguía en lo suyo.
Luego, lo llevé a la cama lo puse boca arriba le pasé la verga varias veces por
el culo sobándoselo con la cabeza. Lo disfrutaba. Me puse el preservativo y se
la metí poco a poco hasta que mirándolo a los ojos se la enterré en un impulso.
Le di verga y lo cambié de posición. Lo puse boca abajo sobre el borde de la
cama y se la empujaba toda. Él levantaba la espalda. Luego, lo puse de lado,
para finalmente volver boca arriba donde le dije que se masturbara que me iba a
llegar. Le di con más fuerza y él me miraba fijamente mientras me llegaba,
seguramente impactado de la transformación que sufro cuando me estoy ordeñando.
Él aterrizó justo después de mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario